¿Pueden los diseñadores seguir emulando el trabajo de sus predecesores o deberán ser útiles a la sociedad buscando nuevos campos de actuación? Fuera de la industria y cerca de la gente, el diseño social se ha convertido en algo más ideológico que tangible. Apela a la mente del consumidor y tiene como objetivo convertir al comprador en un ciudadano crítico. Este nuevo giro combina implicación personal con voluntad de cambio e información. De hacer objetos a pensar conceptos, esa es la línea de la reinvención. No sólo busca ser necesario, quiere contribuir a cambiar el mundo.
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